
Imaginen la figura de un entrenador de tenis desde el banquillo. Cobijado tras unas gafas de sol, atento a cada punto en los partidos. Observen al tenista dentro de la cancha, buscando con la mirada a su técnico, intentando encontrar ese apoyo necesario en los momentos más duros de la competición. Es una imagen permanente en un deporte de exigencia mental máxima, donde la conexión con el box es un golpe más del repertorio. Un vínculo que puede sostener las emociones en los mayores torneos del circuito.
Ahora, piensen que ese entrenador ha sido ese sostén desde que el tenista era un niño. Viéndole crecer, ayudándole a madurar, construyendo juntos un camino soñado hasta la cima del deporte. Siempre juntos, con una conexión que ya dura toda una vida. Adolfo Gutiérrez (Alicante, 1975) encarna esa figura tras los pasos del australiano Alex de Miñaur, actual No. 6 del PIF ATP Live Rankings.
El entrenador español, reconocido como ATP Spotlight of the Month June, conversa con ATPTour.com para recorrer un camino memorable, convirtiendo la lealtad y la confianza mutua en la llave para convertir a un niño en una de las mayores estrellas del tenis profesional.
“Desde que le conocí, cuando llegó al club con 8-9 años, ha sido un largo viaje junto a un niño que adoraba el tenis”, recuerda Adolfo, que recibió a De Miñaur en un club de Alicante, cuando Alex apenas superaba la altura de la red. “Sobre todo, le gustaba competir. Si tuviera que definirlo de alguna manera, diríamos que ha sido un viaje bonito, en el que los sueños que siempre imaginamos se han ido haciendo realidad. Ese ‘te imaginas que algún día jugamos…’ se ha cumplido y con creces”.
Alex de Miñaur y Adolfo Gutiérrez mantienen uno de los vínculos más duraderos del ATP Tour. Fotografía: Esther de Minaur.
En un deporte dado a los cambios, con giras alrededor del mundo y una exigencia permanente cada semana, De Miñaur ha priorizado la estabilidad en su entorno de trabajo. El australiano, que atraviesa el mejor momento de su carrera en 2024, habiendo ingresado en el Top 10 mundial, tiene un arma especial en su equipo. Una persona que le conoce desde hace casi dos décadas, con la que no hay secretos y sí una confianza plena para abordar cualquier detalle de su carrera profesional.
“Es un camino en el que la conexión ha ido en aumento sin quererlo ni tener que forzarlo”, reconoce Adolfo. “Al contrario de lo que la gente pueda pensar, no necesitamos hablar mucho entre nosotros. Simplemente, cuando así se necesita, él sabe que estoy. Me gustaría definirme como un apoyo grande en su vida. Lo de padre ya me toca lucharlo con los míos (risas) pero estaré siempre para lo que necesite”.
Esas palabras tienen reflejos cada semana.
“Compartíamos habitación y todavía compartimos muchas veces. La verdad que nunca nos ha importado, el trato entre nosotros va más allá de una relación entre entrenador y jugador. Al conocernos tanto es sencillo, respetamos nuestro espacio y la verdad es que convivimos muy, muy bien”.
Padre de dos hijos, de 8 y 4 años, Adolfo trabaja la conexión personal desde la normalidad. El actual No. 9 mundial es el mismo niño que confió en sus palabras desde el primer día, el mismo que quiso permanecer a su lado cuando sus caminos tuvieron que separarse de manera momentánea en plena adolescencia.
Cuando De Miñaur tenía 12 años, siendo uno de los jugadores más destacados de su categoría, la vida colocó un dilema en el ámbito familiar. La Federación Australiana de Tenis, consciente de la doble nacionalidad del tenista, nacido en Sídney, se interesó por financiar económicamente su carrera, ofreciéndole unas facilidades de desarrollo totales para llegar al circuito profesional.
Alex de Miñaur sonríe a Adolfo Gutierrez durante el Abierto de Australia 2024. Fotografía: Kelly Defina/Getty Images
Aquel capítulo que sacó a Alex de Alicante durante unos años, lejos de romper el vínculo entre ambos, sirvió para fortalecer la conexión que habían creado desde los inicios. Como si fuese una prueba de lealtad entre ambos.
“Al final, te rodeas de gente de confianza, con la que hayas trabajado antes y que siempre hayan respondido bien. Siempre hemos contado con personas que suman en la misma línea que ya teníamos”, reconoce Adolfo, cuyo hermano Sergio, antiguo No. 156 mundial, también le ha asistido durante algunas semanas en el banquillo. “En el equipo de trabajo siempre valoro la honestidad y el trabajo, personas que entiendan que trabajar alrededor de un jugador implica hacer todas las cosas pensando exclusivamente en su beneficio”.
"Dentro del equipo, por ejemplo, tenemos a Emilio [José Poveda], que se encarga de las funciones de fisioterapeuta y preparador físico. Creo firmemente en su trabajo y profesionalidad. Llevamos trabajando juntos cerca de 25 años y nos conocemos perfectamente. Simplemente le comunico y le voy diciendo cómo quiero ver a Alex y lo que tiene que mejorar. Él se encarga del resto”, analiza Adolfo, orgulloso de un jugador que apenas ha sufrido lesiones de gravedad en su carrera.
Adolfo Gutiérrez desde el banquilo en Wimbledon. Fotografía: Corinne Dubreuil/ATP Tour
Hay perspectivas que solo da el tiempo, y esa es una de las grandes ventajas en el equipo del australiano. El contraste entre el niño que soñaba con llegar al ATP Tour y el hombre que aspira a cualquier trofeo en el circuito pasa por las retinas de Adolfo, que ha visto todas las páginas de un libro todavía por completar.
“Para mí, lo más importante es su evolución a nivel mental. Ahora asume mejor la presión, las cargas previas al partido y es más consciente de todo lo que rodea al tenis. Lo gestiona todo mucho mejor. Para mí, es el trabajo más importante que hemos hecho con Alex”, explica. "Ya nada me sorprende después de tanto tiempo, ni lo malo ni lo bueno (risas). Si tengo que resaltar algo, sería un pequeño salto de profesionalidad. Sabe a lo que se dedica y tiene claro lo que necesita”.
Bajo esa gorra perenne y unas piernas veloces como pocas en el vestuario, se esconde un tipo trabajador que sigue rompiendo moldes. Un chico calmado, de hábitos sencillos, que busca hacerse un hueco en la historia desde la absoluta normalidad.
“Alex es un tipo tranquilo y de costumbres. Quizá un poco desordenado, aunque Katie (Boulter) está trabajando en ello (risas)”, bromea Adolfo, poniendo en valor la figura de su pareja, la mayor figura actual del tenis femenino británico y un sostén fundamental en la madurez de Alex.
En una temporada 2024 de hitos sin precedentes, De Miñaur busca nuevos techos que romper. Como figura consolidada en el Top 10 mundial, como aspirante a los torneos del Grand Slam, pero fiel a las personas que confiaron en él desde los primeros días.
“Siempre hemos creído que podría hacerlo. Era cuestión de que Alex se diese cuenta. A parte del trabajo específico en cada superficie es la confianza de saber que puede. Al final, trabajas para conseguir tus metas y sabemos que no es sencillo. Al contrario de lo que mucha gente pueda pensar, nunca nos hemos rendido y hemos seguido cada día con esa ilusión en nuestra cabeza. Hemos trabajado duro con ese objetivo pero no nos conformamos y seguiremos trabajando más si cabe para seguir escalando el mayor número de puestos posible. Queremos llegar más y más lejos en los Grand Slam”.
Sea cual sea el destino que le espere, De Miñaur tendrá algo garantizado: la confianza de Adolfo en el banquillo para cuidar de sus pasos.